Un hada o cirquera para así poder montar un elefante, esas fueron las primeras aspiraciones de (Ciudad de México, 1948-2025), respetada y admirada divulgadora científica que falleció este 19 de septiembre por causas naturales, confirmó el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Esa imaginación y creatividad fue el estilo que marcó su trabajo de divulgación y se ganó los corazones del público en general —era la única capaz de convocar a miles en las islas de Ciudad Universitaria para admirar un fenómeno astronómico—, algo raro en el campo de la ciencia, que por estereotipos parece un mundo inaccesible, complicado de entender y lejano. Es por eso que su fallecimiento fue lamentado por instituciones como la UNAM y la Academia Mexicana de la Lengua, así como por figuras como la presidente Claudia Sheinbaum, pero también por personas que en algún evento se vieron impactados por el estilo didáctico de Fierro.

“Ella era una persona muy alegre, muy positiva, y creo que, por definición, es que ella es no solo una rockstar de la ciencia, sino la cara más amable de la ciencia”, recuerda el astrofísico José Franco, quien conoció a Fierro desde sus años universitarios, allá por 1968.

Foto: Archivo EL UNIVERSAL
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Franco describe a la científica como “una persona muy locuaz”, que le encantaba divertirse, vivir sin complicaciones y bailar, “fuimos compañeros, estuvimos en muchas fiestas juntos”. El también investigador considera que la muerte de Fierro es una pérdida para el país.

El relajo no era exclusivo para el trato que tenía la científica con niños y jóvenes. Antonio Lazcano, biólogo y miembro del Colegio Nacional, la conoció desde hace más de 40 años, de los cuales al menos 10 compartieron oficina en la Facultad de Ciencias, un periodo tan divertido que llevó al científico a inventar una palabra para bautizar su peculiar amistad: “concubiculinos”.

“Nos quisimos mucho. Nos unía el amor por la ciencia y la irreverencia, porque en privado nos reíamos de todo y de todos”, dice Lazcano, aún impactado por la noticia.

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Para el biólogo, pocos pueden comunicar la ciencia con la misma pasión que Julieta Fierro:

“Hizo una tarea extraordinaria haciendo que la ciencia fuera un patrimonio común. Yo creo que sin estridencias, con una devoción absoluta por su trabajo, despertó vocaciones científicas entre muchos jovencitos y, sobre todo, entre muchas niñas. Fui testigo de cómo se le acercaban para saludarla, para pedirle que les firmara libros, y siempre lo hacía con entusiasmo enorme”.

La repentina partida de Fierro también tomó por sorpresa a Julia Tagüeña, física e investigadora del Instituto de Energías Renovables, quien todavía la semana pasada había trabajado junto a Fierro, quien inauguró el Congreso de la Red de Popularización de la Ciencia y Tecnología de América Latina y el Cariba (Red Pop) con una conferencia magistral. “Le fue súper bien, fue aplaudidísima como siempre, ella siempre hacía conferencias que eran todo un espectáculo, llevaba experimentos que hacía en vivo, fue un éxito”.

Julieta Fierro Gossman, de 75 años, advierte que no cree que haya una sola mujer que no haya vivido un tipo de violencia. Foto: ESPECIAL
Julieta Fierro Gossman, de 75 años, advierte que no cree que haya una sola mujer que no haya vivido un tipo de violencia. Foto: ESPECIAL

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Ese estilo para comunicar era tan personal, que Tagüeña ve complicado que se pueda replicar y señala que también deja un vacío en los medios de comunicación:

“Los periodistas, los comunicadores, los periódicos mexicanos si tenían cualquier duda o si pasaba cualquier evento, ¿a quién llamaban?, ¿quién podía opinar? pues Julieta. Ella había establecido una relación muy directa con periodistas, entonces pienso que también ahí va a haber un vacío importantísimo, porque todos los comunicadores de los medios son fundamentales para llevar la ciencia a la sociedad”.

Científica feminista

Hija de padre militar, Fierro pensó en su juventud que tendría 12 hijos, pero en algún punto de su vida eligió un camino distinto al que se esperaba que tomara una mujer en aquella época. Estudió física en la UNAM, hizo la maestría en astrofísica y se especializó en materia interestelar y Sistema Solar. Con el paso de los años fue cosechando numerosos méritos, como los premios Kalinga de la UNESCO (1995), la Medalla al mérito en ciencias Mario Molina (2021), cuatro doctorados honoris causa, así como ser miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias y de la Academia Mexicana de la Lengua, por mencionar algunos ejemplos.

Es por eso que alentar a que las niñas y mujeres se dedicaran a la ciencia fue una misión cercana a su corazón. “Siempre fue muy clara en sus posicionamientos, muy valiente, muy decidida, y también una gran feminista. Luchó mucho porque las niñas se motivaran a ser científicas y no sólo eso, lo dijo el día de su conferencia hace una semana: No basta con animarlas a que hagan ciencia, hay que generar el ambiente y las condiciones para que no tengan ningún tipo de discriminación y puedan desarrollarse libremente en su profesión. Se va también, en realidad, una activista de la ciencia, del feminismo y de los derechos humanos”, subraya Taguëña.

Ahora el legado de Julieta Fierro queda no sólo en las instituciones donde trabajó y en los más de 40 libros que escribió —entre ellos Astronomía, ¿para qué?, Las nuevas herramientas de la astronomía y Fronteras del Universo—, sino que su nombre se seguirá encontrando en planetarios, escuelas y librerías, en el imaginario colectivo mexicano y en la luciérnaga que fue descubierta en el Jardín Botánico de la UNAM y nombrada en su honor: Pyropiga julietafierroae.

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