“Mi obra tiene un lado humorístico, y el humor no suele considerarse premiable”, asegura , la narradora galardonada con el por su trayectoria y aportación a las letras mexicanas. La escritora asegura en entrevista que celebra mucho este Premio por llevar el nombre de una gran escritora, Inés Arredondo, y porque le da “mucha confianza en lo que he hecho. Aunque cumplas mil años y escribas 80 libros, nunca te sentirás del todo satisfecho ni seguro de tu obra y estas cosas son un aliento para continuar”.

La escritora nacida en la Ciudad de México, en 1960, asegura que el Jurado —integrado por Tedi López Mills, Daniela Tarazona y Sara Uribe— apuntó que cada uno de sus libros ha sido una apuesta, “y en cierto modo sí, cada libro mío ha tenido su forma a partir del libro mismo. Me ha gustado arriesgar, pensar en el diseño del libro, de la prosa, del estilo, del género a partir de lo que narro; sí, son libros muy diferentes; los míos, especialmente entre las novelas y los cuentos”.

Esa apuesta la mantiene viva, afirma, su escritura, su curiosidad por investigar temas y mundos distintos, por explorar épocas, como es siempre su desafío: “Más que por decir, yo escribo por saber, por enterarme de cosas que solo salen a partir de la escritura”, afirma y agrega que siempre también es un desafío el lenguaje, que sea creíble en cada época, que el narrador y los personajes encuentren un lenguaje, trasladarlo en el tiempo y que sea eficaz. “El lenguaje, la prosa, para mí siempre ha sido una exploración, no solo un vehículo para la narrativa, sino también el cómo está dicho, eso modifica todo”.

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Su camino por la literatura ha sido desde la novela y el cuento, pero siempre cercano a la historia. Sus libros la han llevado a distintos lugares, la han hecho explorar mundos que no me imaginaba. “Uno también puede estar agradecido con los libros que ha escrito porque todos son aventuras. Mi primera novela tenía un subtítulo en inglés, era muy pretencioso, se llamaba Travels and Adventures. Y pues eso ha sido para mí hasta ahora la literatura”.

Asegura que la literatura y la historia le han dado mucho, así como los periódicos. “La historia de México me ha llamado mucho la atención, los siglos XIX y XX me han dado mucha inspiración y maneras de buscar cómo contar la historia, justamente ahora en que se está recontando la historia de otra manera, se buscan otros modos de ver las cosas a veces para bien, a veces pésimo, es una materia muy viva la historia para la literatura. No es que uno revele un gran secreto, pero sí la manera en que lo cuentas o quien buscas que lo cuente, eso puede cambiar mucho el punto de vista de las cosas y que la gente las vea con otra luz”.

Ana García Bergua dejó su vida como escenógrafa de teatro, para escribir. Siempre fue muy lectora, su padre, el historiador de cine, Emilio García Riera, la acercó desde niña a los libros, luego, de repente ella se dio cuenta que en la literatura “me hallaba a mis anchas”, que era donde podía hacer realmente lo que yo quisiera y que con esa herramienta podía representar los mundos que buscaba representar en el teatro, pero ya sin director y sin carpintero ni nada. Era yo más eficaz escribiendo que dibujando planos”.

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La narradora asegura que al final cada quien encuentra la herramienta con la que puede expresar mejor lo que quiere decir y ella encontró la literatura. “Mis padres venían del exilio español, eran gente con mucha cultura. Además, mi papá guardaba muchas revistas de cine y cómics, yo creo que eso también me educó para narrar. Son artes narrativas y eso siempre me intrigó y me llamó mucho la atención. Esa curiosidad la he llevado a mis obras y a mis libros”.

Ana García Bergua acaba de terminar una novela, titulada Discreción y venganza, que está por publicar con Era Ediciones. Una novela que explora un personaje que existió, una mujer llamada Concepción Jurado que encarnaba a un hombre que se hacía llamar Carlos Balmori en fiestas que llamaban balmoreadas. “Llegó a estar rodeada de gente muy importante y en esas balmoreadas lo que hacía era básicamente engañar a gente, pero no para robarles dinero ni nada, sino para que desnudaran sus bajas pasiones, era como una especie de broma moral, muy interesante”.

La autora de libros como de El umbral, Púrpura, Isla de bobos, La bomba de San José, Rosas negras y Edificio, reconoce que ese personaje que interpretaba una mujer, que además no tenía una gran cultura, más bien era muy del pueblo, ha sido también como una representación del escritor o escritora que se mete a representar personajes y tiempos y lugares que no son los suyos, “de alguna manera esa novela también te tiene una meditación sobre lo que he sido yo”.

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En 2013 ganó el Premio de Literatura Sor Juana de la FIL de Guadalajara por La bomba de San José, y en 2016 el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima por La tormenta hindú y otras historias.

García Bergua escribe cuentos sobre hipocondríacos. “Es algo que siempre me ha llamado la atención y más con la pandemia”, dijo la galardonada con el Premio que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, en colaboración con el Gobierno del Estado de Sinaloa.

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