Más Información

Protesta trans en Centro Histórico de la CDMX; colectivos exigen justicia ante ola de transfeminicidios

Sheinbaum recibe a Carlos Slim en Palacio Nacional; es la quinta reunión que sostiene con el empresario

Tras asesinato, alumnos del CCH Sur se preparan para posible retorno a clases; advierten deficiencias en seguridad

Caso Carlos Manzo: cae "El Pelón"; es identificado como reclutador de dos implicados en asesinato del alcalde de Uruapan
"Puede hacer clic en una bandera británica y se despliega la página en inglés. Uno no, piensa. En esa bandera sólo hacen clic mujeres. La organización se dirige a mujeres en apuros. Y si ella clica la bandera y desplaza la página hacia abajo y redacta un e-mail en Contacto, será una de ellas. Será una mujer en apuros”, escribe Antje Rávik Strubel, en Mujer azul (2021), novela ganadora del Premio Alemán del Libro 2021 y, hasta ahora, la única obra traducida al español de esta escritora alemana que visitará México por primera vez para participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Antje Rávik Strubel creció en la RDA (República Democrática Alemana), por tanto, sus obras abordan las disonancias y conflictos que resultaron de la reunificación alemana; además, le interesa la escritura en sí, la innovación del lenguaje a través de temas como el amor, el deseo, las relaciones de poder y las formas de inclusión y exclusión. En Mujer azul cuestiona la falta de credibilidad ante las denuncias que hacen las víctimas de violencia sexual y también muestra que Europa está dividida en centro y periferia, donde Occidente es el centro y Europa del Este es la periferia. La protagonista de Mujer azul se llama Adina y durante el pasar de páginas mantiene el dilema de denunciar una violación (“Pero no puede simplemente ir a los juzgados y llamar. Está en un país cuyo idioma no habla. No sabe a quién dirigirse, sólo que necesita un abogado, y los abogados cuestan dinero”), la cual se narra junto con su vida migrante hecha entre República Checa, Alemania y Finlandia.
Lee también:

La escritora alemana debutó con la novela Bajo la nieve (2001), a la que le siguieron Las capas más frías del aire (2007) —nominada al Premio de la Feria del Libro de Leipzig y ganadora del Premio de Literatura de Rheingau—, Caída en los días de la noche (2011) y Es imposible dejar de decir algo (2022). También ha traducido del inglés y del sueco, entre otras, a Joan Didion, Monika Fagerholm, Lucia Berlin y Virginia Woolf.
En entrevista, Antje Rávik Strubel reflexiona sobre la memoria, la migración y el impulso actual a las escritoras.
Me gustaría preguntarle sobre identidad y migración, ¿migrar refuerza el significado de identidad?, ¿cómo se reconstruye la identidad después de una guerra?
Honestamente, no tengo idea. Solo desearía que nadie tuviera que experimentar la guerra. En cuanto a la identidad, siempre me ha gustado una frase de Gertrude Stein: ¿Para qué sirven las raíces si no puedes llevártelas contigo?
Creo que, cuando hablamos de migración en el contexto de la identidad, no deberíamos olvidar que todos somos extraños en algún momento, según las circunstancias. La identidad es un concepto basado en el principio de exclusión y, por lo tanto, problemático.
Usted ha vivido en Estados Unidos, un país con estrictas políticas migratorias, ¿por qué considera que persiste el rechazo a lo diferente?
Rechazar lo ajeno es un es un mecanismo básico de protección, fruto de un temor difuso a lo desconocido. Por eso es un impulso tan fuerte. Y cuanto más nos aferramos a nuestras pequeñas identidades, peor se pone la situación. George Eliot dijo que el mayor beneficio del arte es la expansión de la empatía. Coincido con ella. La literatura nos enseña a sentir, a empatizar con los demás y a no generalizar. Resulta más difícil rechazar a una persona cuando la veo como individuo y no como integrante de un grupo determinado, porque entonces puedo verla como a mí misma.
Platíqueme sobre usted, ¿sus padres son de Potsdam?, ¿qué recuerdo de infancia no le gustaría olvidar?
Crecí en la RDA, la antigua Alemania del Este. Mis padres se oponían silenciosamente al régimen socialista. Así que crecí con dos realidades: la oficial, en el jardín de niños y la escuela, donde se predicaba la ideología socialista, y la otra en casa, donde aprendí a comprender qué estaba mal en todo ello. Mi madre era ingeniera y trabajaba para la aerolínea Interflug de Alemania Oriental; mi padre era profesor de inglés en una preparatoria. Aprendí ruso a los ocho años e inglés a los diez. Por fortuna, mis padres tenían muchos libros, incluso algunos que no se encontraban fácilmente en la biblioteca pública, así que me acerqué desde temprano a la literatura francesa, estadounidense e inglesa —aunque no tanto a la española… ¿Qué no quiero olvidar nunca? Eso es fácil: la caída del Muro en 1989.
Mujer azul es su única novela traducida al español, ¿considera que la violencia hacia la mujer es el mayor delito impune a lo largo de los siglos?
No quiero contraponer un tipo de violencia sobre otro. Una es tan horrible como la otra. Pero es cierto que la violencia contra las mujeres es un crimen que existe en todas las culturas, religiones, razas y siglos de todo el mundo y que, en su mayoría, ha quedado impune. No hace mucho, ni siquiera se hablaba de ello.
¿Qué opinión le merece que hoy las editoriales apoyen la literatura hecha por mujeres?
Ya era hora. Y no basta con rescatar a autoras olvidadas y promover a las contemporáneas solo por el hecho de ser mujeres. Lo que necesitamos es un panorama literario que otorgue el mismo valor a autores de todos los géneros
¿Aún hace teatro? ¿cuál fue su mejor experiencia en el teatro?
Cuando empecé a escribir, quería hacer teatro, pero nunca funcionó. Entendí que necesito el espacio y el tiempo de la novela. Sin embargo, el teatro siempre me ha fascinado. Hace poco me pidieron escribir una obra para el Schauspiel Frankfurt y lo espero con entusiasmo. Mis dos experiencias más emocionantes fueron ver una obra de Beckett exactamente como él la había montado, y ver a Isabelle Huppert interpretar 4.48 Psychosis de Sarah Kane.
¿Qué autoras alemanas le gustaría que se pudieran leer en español?
Espero que la mayoría de las que tengo en mente ya estén traducidas. Marlen Haushofer, por ejemplo, o Ingeborg Bachmann —ambas austriacas—, Irmgard Keun, Christa Wolf y todas nosotras, las contemporáneas.
¿Será su primera vez en México?
Sí y estoy muy emocionada, también por Lucía Berlin, a quien traduzco y que vivió en varias ocasiones en México.
Noticias según tus intereses
[Publicidad]
[Publicidad]











