La literatura juvenil, como un tema que trasciende los géneros literarios, tiene su origen en la segunda mitad del siglo XIX con la novela Mujercitas (1868) de Louisa May Alcott, obra en la que aparecen algunas de sus características distintivas, como la narración desde una perspectiva de adolescentes, los conflictos que genera una etapa de cambios físicos y emocionales, y la conformación de las identidades personales que habrán de perdurar en la edad adulta.

Pero la novela que suele certificar esta clase de literatura se debe a la norteamericana Susan Eloise Hinton, quien, a los 16 años, escribió Los rebeldes (The Outsiders), una historia contada por Ponyboy Curtis, un muchacho de 14 años que, junto a su amigo Johnny Cade, arriesga su vida por salvar a unos niños de una iglesia en llamas. La trama muestra la marginación social, la violencia que se vive en el mundo de los adultos, pero también la capacidad de resiliencia para resignificar las percepciones sociales.

En este contexto, la literatura juvenil es un canon donde confluyen diversos géneros literarios; en ellos, lectores y protagonistas suelen ser jóvenes de entre 12 y 18 años, inmersos en conflictos inherentes a su desarrollo personal, a veces enfrentados con los mayores en duelos de poder que suelen terminar con la asunción de un destino propio.

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Del libro El complot contra los Escipiones. Valerio Massimo Manfredi, ilus. de Alex Herrerías. Fondo de Cultura Económica.
Del libro El complot contra los Escipiones. Valerio Massimo Manfredi, ilus. de Alex Herrerías. Fondo de Cultura Económica.

Sirva este preámbulo para presentar Ritmo. Imaginación y crítica, una revista del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM, que en su número 39 se ocupa precisamente de la literatura juvenil, a través de un recorrido amplio por los autores y obras más representativos de esta tendencia.

Para empezar, Arcelia Lara Covarrubias analiza las obras Harry Potter, Las crónicas de Narnia y El señor de los anillos desde la perspectiva de la literatura fantástica y el motivo del viaje como un elemento que involucra a los jóvenes lectores en las aventuras imaginarias, donde se asume el proceso de aprendizaje, la identidad y el valor simbólico de la literatura como vía de madurez.

Asimismo, Yetzel Becerra Navarro nos recuerda las famosas Cartas a un joven poeta de Rainer Maria Rilke, un remanso epistolar que anima la creatividad de su destinatario mediante sugerencias que permiten el autodescubrimiento, la exploración del mundo cotidiano, el ejercicio de la libertad y el silencio, como elementos que permiten desarrollar la propia creatividad.

Otros autores que forman parte del elenco anterior son Roald Dahl, célebre autor de James y el durazno gigante (1961), Charlie y la fábrica de chocolate (1964) y El dedo mágico (1966), y la mexicana Martha Riva Palacio Obón, cuyo tono contemplativo y crítico, según Abril G. Karera, abre nuevos caminos para la literatura juvenil mexicana al unir poesía, ciencia y denuncia ética.

Una obra que no aparece comentada en este número 39 de la revista Ritmo. Imaginación y crítica es Poema pedagógico, del escritor soviético Antón S. Makárenko. Esta novela se sitúa en los años veinte del siglo pasado y desarrolla su trama en una colonia de menores infractores que deben ser reeducados para integrarse a la sociedad colectivista.

La narración tiene un carácter autobiográfico: el narrador protagonista guarda similitudes con los maestros rurales mexicanos de los tiempos de la Revolución, y el sentido global del texto plantea la posibilidad de la redención de los marginados a través de la formación escolar, la cual implica disciplina, trabajo en equipo y solidaridad como medios para hacer de los individuos mejores personas. Poema pedagógico configura un mensaje poderoso que aún nos implica.

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