Las revistas son valiosas para la formación comunitaria de académicos y estudiantes, porque constituyen espacios de reflexión, intercambio y actualización del conocimiento. En las escuelas, especialmente en el bachillerato, las y los jóvenes aprenden a leer críticamente, a escribir y a vincular los contenidos de los cursos con los problemas del mundo contemporáneo.
Acorde con estas ideas, el Colegio de Ciencias y Humanidades ha publicado, desde 2019, la revista Latitudes, con el propósito de contribuir a la formación integral comunitaria en los ámbitos de las ciencias y las artes, mediante el acercamiento a obras y autores relevantes que motiven el análisis y el debate sobre temas de actualidad desde una perspectiva plural e interdisciplinaria.
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Los primeros diez números de la revista Latitudes han desarrollado, entre otros temas, el ensayo literario; la amistad como valor humano; el oficio de pensar para recuperar el pensamiento crítico; el ejercicio de la memoria y su contribución a la identidad personal; los dilemas del lenguaje incluyente y las tensiones culturales; la ciencia y su papel transformador de la cosmovisión, y la relación entre los seres humanos y los animales.
Desde luego, los tópicos interdisciplinarios aparecen relacionados con los libros y su vindicación como instrumentos de la cultura: libros que deben su existencia a las habilidades de lectura y escritura promovidas desde las escuelas, para que los jóvenes logren remontar las redes sociales y vuelvan sus rostros de las pantallas hacia las páginas impresas.
En este contexto, el número 11 de Latitudes está dedicado a la defensa de la lectura como una actividad emotiva, placentera e intelectual que enseña al estudiantado a sentir, pensar y adquirir conocimientos para comprenderse a sí mismo y entender el mundo que lo rodea.
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En el número 11 de la revista destacan diversas estrategias sobre las múltiples maneras de fomentar la lectura. Jesús García González considera que se debe aprender a leer críticamente con la guía del profesorado; Marco Fabio Reyes recupera las ideas del filósofo Schopenhauer, quien rechaza la lectura superficial, los malos libros y la erudición vacía, y en su lugar recomienda la relectura de los clásicos.
Por su parte, Juan Espinoza Rodríguez cita a Umberto Eco, quien confía en la supervivencia del libro más allá de la seducción de los monitores y tabletas. Así lo sintetiza el autor italiano en esta bella frase: “Las pantallas pasarán, los formatos se transformarán, pero el libro —ese objeto que se abre, se toca y se respira— seguirá acompañando a la humanidad.”
También podemos recordar, en este mismo sentido, al filósofo español Fernando Savater, cuando afirma que “los libros —a diferencia de los aparatos eléctricos— funcionan a costa de nuestra energía: somos su único motor.”
En conjunto, la revista Latitudes hace una defensa apasionada del libro y de la práctica lectora en una época de distracción masiva. Pese a ello, la lectura y la escritura deben ocupar el centro del quehacer educativo y cultural del bachillerato universitario y nacional.
En Latitudes, la lectura se concibe como una forma de libertad intelectual, de autoconocimiento y de construcción de comunidades lectoras. Es una herramienta de emancipación que humaniza, despierta la imaginación y mantiene viva la memoria colectiva. Frente a las pantallas, los algoritmos y la prisa, la lectura y el libro siguen siendo el mejor refugio del pensamiento y la imaginación.
Finalmente, como expresó Paulo Freire en su Pedagogía del oprimido, “La lectura debe ser un acto de amor.”
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