Cómo es que un disco de música alternativa latinoamericana llega a transcender las fronteras del país donde nació para repercutir en rincones insospechados de nuestro continente y de Europa —sin duda no es a través de la misma lógica de reproducción maniática propia del mainstream (ese solo apabullantemente saturado).

Sin estar exenta de su calidad de mercancía, cuando nace una nueva sonoridad "alternativa", ella no invade los altavoces en general sino que resuena (y siembra en oídos la semilla de su estética ) a partir de áreas más focalizadas de acción. Es música que se esparce con cierto disimulo, envuelta en un halo de misterio por las rutas comerciales intercontinentales de la industria musical. En Barcelona, Heredia (Costa Rica) o Culiacán (Sinaloa) o en cualquier otra ciudad que se te ocurra, gente (por lo regular relativamente joven) entra en contacto con ciertos lanzamientos que no escucharían sus vecinos ni el señor de la tienda y, sin saberlo, construyen comunidades internacionales que forman manchas de estrellas de baja densidad espaciadas al estilo de los mapas estadísticos.

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Crédito: Cortesía de la autora
Crédito: Cortesía de la autora

El disco Anónimo de Juana Aguirre, por ejemplo, lanzado este año, hizo aparecer bastantes luminosidades por el mapa americano y europeo. La argentina ya se había abierto camino con anteriores trabajos como su EP Las luces que estaban ocultas de 2024, su full álbum Claroscuro de 2021, con el que debutó como solista, y otros publicados junto a su exbanda Churupaca (como el Antes de Mañana, de 2018, de gran repercusión). Juana ha tocado en lugares como su natal Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Ecuador, México y Guatemala, y también en Reino Unido, España, Alemania, Eslovenia y Países Bajos. Entre los grandes escenarios y festivales en los que ha participado figuran el Primavera Sound (Barcelona), Lollapalooza (Buenos Aires) y el Druga Godba (Eslovenia).

Anónimo, desde el mes de abril en que fue lanzado a la fecha, ha cosechado buena recepción en críticas especializadas (siendo apuntada su mezcla entre una guitarra raíz y ruiditos de computadora), y ya ha dado shows destacados en Buenos Aires, Medellín, Bogotá, Londres, Berlín, Madrid, Barcelona y Gran Canaria, entre otras ciudades.

Hace unos días fue el turno de la Ciudad de México, una de sus fechas más esperadas. Con un Foro Indie Rocks! lleno, y una elegante demora de 20 minutos, salió al escenario junto a su colaborador Cruz para deleitar a los fans con sus temas más recientes pero, también, con otros emblemáticos como “150 m_km” y “Clarøscuro”. Las siguientes paradas fueron Querétaro y Guadalajara, ambas con buenos niveles de convocatoria y un gran espectáculo. Antes del inicio de esta gira en México Juana concedió a Confabulario esta entrevista.

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Háblanos de ese ingrediente que es el misterio en las canciones, en la sonoridad y en la vida.

Bueno, "lo_divino" es una canción que grabé con el celular y, después, al comenzar a producirla, empecé a imaginar la instrumentación tomando como referencia esa grabación. Todos los samples que se escuchan son ruidos de esa toma original de la grabación de mi celular. También hay unos pajaritos, ruidos de aquí de mi casa, de cuando la estaba componiendo. Hay algo de esa estética, de esas situaciones en las que aparece una información que de otra forma no aparecería. El ejercicio de hacer arte que te lleva a toparte con este tipo de hallazgo tiene algo de mágico, no es un proceso que uno racionaliza tanto. Uno a veces encuentra cosas que son interesantes y puede reconocerlas en ese momento y darles ese valor. Es una forma de producir la música y acercarse a un resultado desde la experimentación y desde el hacer. Eso ya de por sí es un misterio. Hacer canciones es un misterio. A mí personalmente si hay algo que me gusta de hacer canciones es poder, de alguna forma, sorprenderme. Encontrar cosas que no espero encontrar, que un poco me encuentran a mí o se aparecen, entonces hay algo de ese vértigo, de no saber qué va a pasar o qué información va a aparecer cuando uno está haciendo una canción o una letra, que me conmueve. Eso creo que es un poco mi motor para hoy en día estar haciendo música.

Cómo fue la producción de Anónimo

Lo trabajé mucho acá en casa, en la ciudad de Buenos Aires. Siempre trabajo mucho con las herramientas que tengo a mano y aprendo cosas en el proceso. Suelo ir sumando herramientas, algunas las sé usar mejor y otras peor, mi proceso de producción, en realidad, es super intuitivo. Yo creo que también mi proceso de composición tiene algo de ir descubriendo el camino. No tengo una forma prefijada de hacer, tampoco mucho para racionalizar. Van apareciendo cosas y mi trabajo es ir juntándolas y hacer que esas cosas convivan entre sí.

En el proceso de hacer el disco, hubo canciones que salieron fluidas y espectaculares, aunque las produje en dos días. Siempre pasa eso con algunas y es hermoso, pero también hay otras que conllevan mucho trabajo, un trabajo realmente muy artesanal de estar recortando, buscando y probando. Con esas terminas grabando hasta tres o cuatro versiones. Es el caso de "La noche", por ejemplo, un tema que coproduje con Ezequiel Kronenberg, que es un gran amigo, ingeniero de sonido aquí en la Ciudad de Buenos Aires. Me acuerdo que cuando empecé a trabajar con él, ya tenía tres versiones de esa canción. Y así se me aparecieron otras personas para colaborar durante el disco, como Juan Stewart, en el caso de "lo_divino". Esta canción tiene ese momento súper ambient, y Juan, que es ingeniero, lo enfatiza perfecto en la mezcla. Él trabajó conmigo otras veces en ese rol, también es un músico increíble. Siempre me ha gustado su música y su contribución la considero como una especie de feat. Tenía muy claro que ese momento ambient que abre y que es súper emocional, me encantaría poder trabajarlo con él.

Con Ezequiel Kronenberg, Juan Stewart y Cruz también coprodujimos una canción, "Las espinas", que es un tema que toco con la guitarra, súper Violeta Parra. Así se me van apareciendo estos aliados en ciertas canciones y momentos muy específicos que me ayudan mucho a avanzar en el proceso y no vivirlo tan sola. Porque la realidad es que trabajo muy sola y eso a veces es muy lindo, pero también es bastante engorroso. Hay que lidiar con uno mismo y con las obsesiones.

La canción de “lo_divino” tiene algo de enigmático. Hay ahí una voz que argumenta que lo divino es crudo, duele, pero cura. Y, por otro lado, también menciona imágenes inusitadas, como “una casa sin esquinas”: ¿qué es esto? ¿Qué representa? Háblanos un poco de la lírica de esta canción.

Yo siempre digo que las canciones del disco las cantan diferentes personajes que se me aparecen. En el caso de "lo_divino", para mí es una oda a la niñez. De hecho, el video que hicimos con Maks Fede está hecho todo con material de archivo VHS de viajes que yo tuve con mi familia en auto por la Argentina. La letra toca un montón de temas, pero fundamentalmente habla de la niñez, lanza una mirada hacia el mundo a través de los ojos de un niño, esa mirada inocente y mágica que es previa al inevitable procesar de ciertas cosas de la vida que son duras. En vez de buscar respuestas en ellas, la canción invita a aceptarlas como parte del misterio de estar vivos y de la belleza que eso conlleva. Aceptarlas tal como las aceptarían los niños, quienes van asimilando el mundo como se va dando.

En el verso "una casa sin esquinas", tiene algo de ese encuentro con lo mágico y lo extraordinario en lo sencillo, en lo de todos los días.

Háblame de los errores deliberados que son parte de la producción en lo_divino. Hay una estética que tiene falsas entradas, parece que va a empezar y luego vuelve a empezar, o frases que no alcanzan a decirse. ¿Cómo se dieron o qué representan?

Me gusta dejar esos rastros de cómo están hechas las cosas. Hay aspectos que se dieron por error, como en ese caso. El recorte de voz ocurrió porque quería que esa parte durara más y agregué tiempo, lo que resultó en que la frase quedara recortada. También se relaciona al hecho de que trabajo mucho con la computadora, es todo un sistema que sé usar y también que desconozco. Y hay algo de eso, de poder estar operando con un instrumento computarizado y dejar rastros en el sonido de esa digitalidad. Ser esa mezcla entre lo orgánico, la guitarra, la voz, y esta cosa más digital que se corta y escuchás los glitches digitales. Cómo conviven esos dos mundos me parece súper interesante y me gusta dejar rastro de eso.

¿Concibes a los personajes que habitan en las canciones como personajes literarios, tipo personajes de una novela o voces de un poema; o, más bien, es un parámetro diferente el que aplica?

Sí, hay algo de eso, como voces de una novela o versiones de uno mismo, como todos estos lados exacerbados que llevamos dentro. Le doy lugar a esas voces. Se entrecruza como una idea medio literaria porque veo a las canciones como capítulos de poemas o novelas. Cuando estos empiezan a convivir uno al lado de otro y a entremezclarse, empieza a aparecer información nueva. El disco no es un rejunte de canciones puestas ahí caprichosamente, hay un sentido que se construye.

¿Hay influencias literarias en Anónimo, o te inspiran otras artes?

Sí, siempre llevo una bolsa de influencias. No sabría decir específicamente a qué lo puedo relacionar, a qué referencias. Hoy mismo pensaba que hay un montón de referencias musicales que están ahí, que quizás escuché en diferentes tiempos de mi vida y que empiezan a aparecer en lo que uno hace. Parecería que los proyectos solistas no son voces aisladas, realmente uno lleva un montón de información que fue recolectando a lo largo del tiempo, que muchas veces cuesta distinguir qué es lo que se hace presente ahí. No soy una gran lectora de poesía, pero sí me gusta mucho la ficción y las novelas. También me gustan mucho los ensayos y toda la obra de Leila Guerriero, que es una escritora argentina. Marosa Di Giorgio es una poeta uruguaya y hay algo de ella que me hace pensar mucho en ciertas canciones, una especie de fantasía y psicodelia que aparece en su poesía que a mí me gusta perseguir, por lo menos, me genera mucha admiración. Esos mundos que construye, que combinan paisajes medio terroríficos con situaciones eróticas. Hay un montón de límites tan difusos en su obra, me llama mucho la atención y me parece muy fino lo que hace. No sé si hay una influencia directa, pero sí hay una admiración, y siempre que hay una admiración, hay algo de eso que uno persigue.

En la canción “la noche”, la voz parece hablarle a un ente que entra por la espalda y lleva tus huesos. ¿Quién es ese interlocutor a quien le habla esta frase?

No sé si es una entidad particular que yo pueda describir. También me pasa mucho en las canciones que, tengo que ser sincera, me gusta dejar el sentido abierto de lo que dicen y lo que hablan, porque siento que hay algo muy hermoso en ser oyente y poder escuchar música, poder construir universos propios.

Yo podría decir un montón de cosas que me pasan a mí con esa canción, pero siento que sería bajar las cosas a tierra y está bueno dejar esos sentidos más abiertos. Pero obviamente hay una voz, yo siempre digo que son como unos niños medio diabólicos que aparecen en esa canción, porque la letra tiene estas imágenes perturbadoras. Justo venía leyendo una novela de terror y tenía un montón de imágenes que me había guardado. Ese tema fue muy loco porque lo escribí todo de corrido, primero escribí la letra, después empecé a buscar la melodía, que no suelo escribir así, y apareció como una especie de verborragia, oraciones que decían una cosa y al mismo tiempo mostraban una imagen e iban construyendo un relato implícito. Me pareció muy hermoso lo que pasó ahí con esa velocidad agresiva y esa cantidad de información que tiene la canción.

Ante la audición de “las ramas” tuve la percepción de que trataba de una oruga que ha vivido recluida y que quiere conocer las cosas de afuera pero, cuando lo hace, tiene una especie de arrepentimiento ¿ cómo llevas esa dinámica entre lo individual y lo colectivo? ¿cómo eres a la hora de socializar?

Soy una persona bastante particular en ese sentido [risas]. Hay algo en el mundo de esa canción que hace referencia a la pandemia y al aislamiento, algo de haber transitado toda esa experiencia, de darme cuenta de lo que hizo en nosotros, o de despertar ante la idea de que seguimos en ese aislamiento. Esta cosa de vivir un poco recluido por las formas en las que vivimos hoy en día, o por ciertas dinámicas que se dan cuando uno vive en la digitalidad. Hay algo de todo eso que se aparece, de esa distancia y de sentir que el aislamiento continúa en nuestro presente. Y también se aparece la ansiedad, las alarmas, una ficción en la que a veces entramos física y mentalmente por las formas de vida que llevamos. Hay algo de eso.

Yo tengo esta vida de músico y me parece alucinante, porque soy una persona bastante ermitaña y me gusta mucho estar sola. Me gusta mucho aislarme, el silencio y mi espacio en casa, pero también tengo las giras y toda esta parte más expansiva que me hace toparme con un montón de gente. Llevo un poco de los dos lados. Además ya soy grande, y siento que uno, a una cierta edad, también elige con quién pasar el tiempo y cómo emplearlo. Me agrada poder tener mis espacios y también tener momentos más expansivos, como un péndulo entre un estado y el otro. Me sirve.

¿Cuál es la herencia que recibiste de la música de tu país? Esa herencia que tú abrazas.

La música de mi país, la música también de muchos países hermanos y cercanos, fue una gran influencia para mí, más que nada porque viví de chica mucho tiempo afuera. De adolescente me mudé por unos años a Nueva Zelanda, de hecho, fui al colegio y terminé mis estudios allá y creo que eso determinó que construyera un vínculo muy emocional con la música argentina. Después volví, viví en Bolivia también. Entonces, mi conexión con mi casa y con mi familia, que vivía acá en Argentina, era a través de la música.

De chica fui muy fan de la música de mi país y de otros países latinoamericanos, por ejemplo, de esas grandes cantoras latinoamericanas: Chavela Vargas, Violeta Parra. Hay algo en esa música que me conmueve muchísimo y que me parece que tiene mensajes muy actuales. Hay algo de esa urgencia que plantean esas cantoras con la que siempre conecté mucho, música para sobrevivir. Y eso está presente en mi música con un montón de influencias más que a lo largo del tiempo también se van mixeando.

¿Cómo te hace sentir presentar tu disco en México?

Siempre es un placer ir a México, me parece un lugar hermoso que he tenido la suerte de visitar muchas veces. Y me pasa con México, un país con tanto para conocer, que a veces me abruma ir por pocos días, siempre intento quedarme un poco más, y tengo buenos amigos allá. Me gusta mucho visitar y, de alguna forma, siempre me llevo información nueva cada vez que voy, eso es muy hermoso. Estoy muy contenta de ir allá, siempre me han recibido muy bien. Tengo muchas ganas de llevar este disco nuevo y encontrarme con la gente que, de alguna forma, me está acompañando en este nuevo proceso que conlleva Anónimo.

¿Con qué artistas mexicanos contemporáneos o antiguos te identificas?

Bueno, conocí a los Diles Que No Me Maten la última vez que fui y me parecieron unos seres hermosos. A David Aguilar. México está siendo un lugar de encuentro para muchos músicos de diferentes países que ahora viven ahí. Hoy la industria puso su pie sobre Ciudad de México. Es una especie de polo cultural, un parque de diversiones para el músico, porque uno va allá y se encuentra con un montón de personas y proyectos, eso es maravilloso.

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