Cumplo el año en Madrid y puedo hacer mi balance. No ha sido fácil. Gracias a Antonio Garrido Domínguez y a Eduardo Fernández he ido acercándome a un cierto nivel de sobrevivencia anímica. Antonio y Eduardo han sido generosísimos con su tiempo y, por lo tanto, con su amistad. Y me han presentado a personas muy valiosas. Por otra parte, tablas de salvación me han llegado de México. ¿De dónde, si no?

Entre aquellas personas se encuentran Javier Helgueta, Rocío Badía y Paulo Antonio Gatica Cote, jóvenes docentes de Letras en la Universidad Complutense de Madrid.

Ya me ocupé de una edición de versos hecha por la doctora Badía y publicada por la prestigiosa Cátedra. Hoy quiero referirme al volumen de Paulo Gatica El aforismo hispánico en la encrucijada digital: debates y perspectivas (Peter Lang Group, 2024), volumen 26 de la colección Estudios Hispánicos en el Contexto Global.

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Rocio Badía. Crédito: Twitter de la autora.
Rocio Badía. Crédito: Twitter de la autora.

El estudio comienza con una puesta a punto del debate en torno a las fronteras del aforismo con respecto a otros géneros breves.

Paulo advierte que la definición misma de aforismo ha sido problemática y exhibe ejemplos insuficientemente satisfactorios en diccionarios e instituciones de gran peso:

Véase, sin ir más lejos, el ejemplar caos semántico del propio Diccionario de la Lengua Española, en el que la única acepción de aforismo cohabita sin apenas distinción con los términos máxima y sentencia.

Aforismo: m. Máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte.

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Máxima: 1. f. Regla, principio o proposición generalmente admitida por quienes profesan una facultad o ciencia. […]

Sentencia: 1. f. Dictamen o parecer que alguien tiene o sigue. 2. f. Dicho grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad (p. 12).

Ello nos recuerda que definir un término es una tarea difícil.

El género del aforismo es, en fin, esquivo. Esto se debe, en parte, a que existen géneros cercanos y no cesan de nacer géneros e híbridos: Alfonso Reyes, maestro en el arte del deslinde teórico–literario, añadió de su pluma otro género breve y lo llamó “brizna”, especie de pincelada rápida y sutil, casi fruto nada más del vuelo de la pluma.

Por otra parte, Paulo sigue al novelista francés Georges Perec, autor de La vida: instrucciones de uso, y ubica el aforismo en “el arte del texto”, más que en un género como tal:

En resumidas cuentas, el aforismo constituye, como intuye Georges Perec, un “arte del texto” más que de género, que, junto a otras formas de la brevedad como el microrrelato o la greguería, se fundaría “en el juego entre lo previsible y lo imprevisible, entre la espera y la decepción, la connivencia y la sorpresa” (123). Igualmente, ilustra la falta de conceptualización que afecta a las prácticas artístico–literarias contemporáneas en una época de transición y convivencia de modelos culturales (pp. 18–19).

Con ello, si entiendo bien, se daría preminencia al acto de escribirlo, por encima del acto de preocuparse por la clasificación en la cual vendría a insertarse.

Por otro lado, en efecto, la “falta de conceptualización […] afecta a las prácticas artístico–literarias contemporáneas”. A principios del siglo xix Schelling sostuvo que la tarea de la filosofía es la libertad; a mediados del xx Guilles Deleuze afirmó que la filosofía se ocupa de elaborar conceptos.

Ya vimos que la tarea no es fácil. Además, un rasgo de la filosofía consiste en refutarse a sí misma una y otra vez. Y es así como mientras la tradición bíblica reitera la secuencia “a, que engendró a b, que engendró a c, que engendró a d, etcétera”, la tradición filosófica permite historiarse con la secuencia “z, que refutó a y, que refutó a x, que refutó a w, etcétera”.

Lo mismo deja decirse de la teoría de la literatura: no hay más que abrir la boca para empezar a ser refutado. Pero la refutación, así sea en ocasiones desalentadora, es parte de las actividades críticas y del derecho a las libertades de pensamiento y opinión que resultan decisivas para la sana convivencia humana y para nuestra menos imperfecta forma de gobierno, la democracia. Bienvenida, entonces, la refutación crítica si se acompaña, eso sí, de talento para argumentar y de respeto al esfuerzo ajeno y a las cortesías propias del verdadero diálogo.

Todo lo anterior contextualiza lo siguiente: la “falta de conceptualización” no se debe a escasez de esfuerzos, sino al permanente estado de cuestión y cuestionamiento que experimentan los avances teóricos y, en específico, conceptuales, dentro de las ciencias humanas.

Entre las muchas aportaciones que diviso en el libro (cuya lectura completa está en proceso, pues entre otras cosas el menudo tamaño de la letra no me permite detenerme muchas horas seguidas entre sus páginas) se encuentra el análisis de autores mexicanos como Eusebio Ruvalcaba, Armando González Torres y Benjamín Barajas.

De este modo, el volumen tiende un puente entre México y España. Por lo demás, Antonio, Eduardo, Javier y el propio Paulo (en menor medida, Rocío) han hecho lazos con colegas a un lado y otro lado del Atlántico y se constituyen así, de suyo, en puentes hoy más necesarios que nunca (Paulo emplea una palabra muy mexicana para referirse al aforismo: “tianguis de híbridos”, p. 164).

Les he comentado que existe un acuerdo entre la Complutense y la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) para una doble titulación en Filosofía. Lo signó el entonces rector Enrique Graue y al parecer está inactivo desde sus orígenes.

Me he propuesto contribuir a reabrirlo, pues la filosofía nutre aquí y allá a la teoría de la literatura; de hecho, Paulo cita una referencia a los aforismos de Barajas como un trabajo “filosófico a la vez que literario” (p. 164). Además, imagino la riqueza del intercambio entre jóvenes y docentes de México y España, incluso más allá de la disciplina de Platón y Kant y tantas otras figuras. Desde abril he buscado ser recibido por el director del Centro de Estudios Mexicanos de la unam en España para hacer de su conocimiento esta situación y ofrecerle mi apoyo. No registro respuesta a mi solicitud. Confío en que llegará.

Por lo pronto, comparto con mis lectores un par de aforismo del gran maestro argentino Antonio Porchia (por cierto, editado alguna vez por la unam):

430. Las cosas que más contrastan entre sí son las que menos contrastan conmigo (Voces reunidas 81).

548. Y si no puede haber un extremo sin el otro extremo, ¿cómo pudo haber un infierno sin paraíso? (97).

569. Soy lo bajo y lo alto de mí. No lo bajo de mí. No lo alto de mí. Porque lo bajo y lo alto de mí no he podido separarlos (99).

736. Siempre estoy en los extremos de mí mismo y, en todos ellos, hallo mi término medio (118) (p. 137).

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