Aunque nació en Eslovaquia y su formación académica la llevó a recorrer ciudades como Praga, Helsinki y Estocolmo, la poeta Lucia Duero comenta que vivir en México y escribir en español no fue algo planeado. “Simplemente ocurrió”, señala. Además, en su tránsito por lenguas y geografías, ha visto cómo la utilización de folklorismos por parte de gobiernos resta fuerza a la producción cultural.
Ella, que participará en el Festival de las Letras Europas de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, es autora de El problema principal (2018) y Esplendor de no ser (2025). Además, ha traducido al eslovaco obras de autores como: Anne Carson, Alejandra Pizarnik, Cristina Peri Rossi, Luljeta Lleshanaku, Amparo Dávila, José Emilio Pacheco, Josefina Vicens; y también al español a los poetas eslovacos: Ivan Strpka, Michal Habaj, Katarína Kucbelová y Mária Ferencuhoya.
En entrevista, Lucia Duero reflexiona sobre la precariedad del trabajo literario en Eslovaquia, el riesgo de los nacionalismos y el cansancio de promover, sin tanto éxito, literatura eslovaca.
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¿Por qué elegir México y, por ende, al español como tu hogar?
No lo elegí; simplemente ocurrió. Dejé que pasara, supongo. No fue nada planeado. A veces, la vida toma rumbos muy extraños. Quizá suene demasiado críptico, pero tras reflexionar, siento que es lo más sincero que puedo expresar.
¿La Ciudad de México influye en la escritura de tu poesía?
No, no creo que la ciudad influya en mi obra poética. En mi experiencia, la creación trasciende referentes tan tangibles como una ciudad. Más bien, impacta en cómo in/habito mi cotidianidad, en cómo moldeo mi propia vida. La Ciudad de México es una metrópolis que ofrece mucho, pero también quita mucho.
Estudiaste en Praga, Finlandia y Suecia, después de eso la referencia es México, ¿en algún momento regresaste a Eslovaquia?
Salí a los diecinueve años y nunca más volví a residir allá. Desde mi adolescencia supe que me quería ir, y llevo casi dos décadas en el extranjero. Esta permanencia ha invertido completamente los papeles: el extranjero se siente lo más cercano a un hogar, mientras que mi país natal se ha vuelto algo extraño.
Eso podría responder, indirectamente, a tu primera pregunta: el español se convirtió en un hogar gestado fuera de mis fronteras. Viajo ocasionalmente, pero prefiero esperar a que el lugar me invite, por llamarlo de alguna forma. Sin embargo, el único espacio de mi pasado que pervive claramente en mi mente es Praga: un universo singular e irrepetible.
¿Qué tan importante son los viajes para tu proceso creativo?
Es fundamental experimentarse a uno mismo en diversos ambientes y contextos. Esta confrontación recurrente con el enigma de la identidad —que no es una entidad estática, sino una que se reconfigura con el transcurso del tiempo y el espacio— resulta particularmente enriquecedora y, a la vez, sumamente seductora.
Viajaste a Albania para entrevistar a la poeta Luljeta Lleshanaku, ¿sueles entrevistar a poetas?
El encuentro con Luljeta fue más bien excepcional, digamos que fue el resultado de una conexión que se creó y se siguió cultivando a lo largo de los años, y aproveché la cercanía geográfica, al encontrarme en este momento en Italia.
Confieso que me resisto a hablar con los poetas o personajes que admiro, justo por el riesgo a la decepción. La figura pública del autor y la del individuo son entidades complejas, no siempre la misma cosa. Prefiero los encuentros con cualquier persona capaz de encender una chispa en mí: ese destello que surge de vez en cuando al encontrarse con una mente brillante y excepcional. Este tipo de diálogos me interesa mucho más, y pueden tener lugar en cualquier sitio.
Has mencionado el poco apoyo que existe en Eslovaquia al trabajo de traducción, ¿a qué lo atribuyes?
El respaldo económico a las letras por parte de los gobiernos es, inherentemente, una cuestión política que depende de las ideologías en turno, el contexto sociocultural y otros factores. Si bien existen apoyos en Eslovaquia, la remuneración para los traductores no es suficiente para que se dediquen profesionalmente a esta labor.
Por ello, los traductores prácticamente no pueden sobrevivir (el uso de precisamente esta palabra revela cierta realidad también) solo con la traducción literaria. Esto los deja en un limbo: la traducción se vuelve un pasatiempo, o bien, se ven obligados a saturarse de otros trabajos, lo que con frecuencia deriva en agotamiento y una aversión por la tarea.
¿Dónde radica la causa de este desprecio? Probablemente en la propia absurdidad del mundo en que habitamos, lo cual explica el escaso valor asignado a esta labor, tanto en el ámbito eslovaco como a escala global. A esto se suma el hecho de que, como sociedad, somos esencialmente más necios, lo cual se manifiesta en la falta de visión generalizada en el gusto y en la miopía de no reconocer lo que es verdaderamente valioso.
El traductor, esa sombra ardiente, permanece excluido de la lista de profesiones bien remuneradas.
Por otra parte, nuestra sociedad está estructurada para remunerar la exhibición de un producto mediante el marketing, presenciamos cómo los políticos sustraen el erario sin el menor pudor, malgastando recursos que son producto del tiempo de vida que otros han tenido que intercambiar por un salario. En este panorama, la ostentación de la riqueza material se ha convertido en un ideal a imitar, el cambio climático se trata con burla, y miles de refugiados mueren a diario buscando escapar de la miseria. Esto nos obliga a cuestionar la brújula moral de nuestra sociedad global. Ante semejante contexto, la subvaloración del trabajo de traducción resulta, lamentablemente, coherente.
¿A Eslovaquia llegan otras traducciones de autores mexicanos y latinoamericanos?
Efectivamente, existen traducciones del canon literario latinoamericano, ya sea al eslovaco o al checo. Muchos eslovacos leen también en checo gracias a nuestro pasado compartido y a la magnitud de ese mercado literario.
Actualmente, estoy a cargo de una colección de autores latinoamericanos llamada LILA. Ya tenemos la primera autora (mexicana) en traducción, pero el plan inicial se ha complicado debido a la crisis en la política cultural que atraviesa el país: el desmantelamiento de instituciones con décadas de existencia y la retirada de sus respectivos apoyos. Esto nos obliga a buscar nuevas estrategias, ya que el gobierno actual no demuestra interés ni en la literatura ni en la cultura en sentido amplio. Su interés se limita a la estricta definición de cultura puramente eslovaca —el folklorismo que instrumentalizan—, o a cualquier manifestación cultural que no sea haya mostrado crítica con su gestión.
Supongo que resulta familiar la resonancia de estos falsos nacionalismos, con alusiones a lo propio y al supuesto rescate de algo perdido. Es una narrativa notablemente peligrosa si no se examina a fondo lo que se perdió y el objetivo real de lo que se busca ganar. Resulta paradójico cómo ciertos regímenes, pese a declararse opuestos, comparten estructuras similares.
En México, el apoyo a la traducción tampoco es amplio. ¿Qué tan difícil ha sido publicar tu poesía y la traducción de autores eslovacos?
Fue una tarea ardua. La mayoría desconoce la ubicación de Eslovaquia y carece de referentes literarios sólidos, es decir, de un gigante que la posicione en el mapa mundial de las letras. Esta carencia se debe, tristemente, a la escasez de traductores, a la limitada ayuda que reciben y a un desinterés generalizado por explorar e investigar nuestro contexto literario. Hay figuras monumentales como Ivan Štrpka o Mila Haugová, con una vasta obra y trayectoria. Sin embargo, el interés por conocerlos es nulo. Cuando, muy de vez en cuando, aparece una editorial, observo que su motivación no es el estilo único del autor o su obra poética, sino el tópico que aborda: un concepto fácilmente consumible, de moda y que, por ende, facilita la obtención de subvenciones institucionales.
En lo personal, agoté mis energías promoviendo la literatura eslovaca, y me cansé de promover cualquier cosa. De hecho, ya no me dedico a la traducción desde hace varios años. Además, la constante confusión de Eslovaquia con Eslovenia simplemente anula la posibilidad de tener una conversación seria.
¿Qué autores eslovacos aún no son traducidos al español?
Sin duda, Mila Haugová, quien ha sido galardonada con el prestigioso premio Cristal Vilenica para autores de Europa Central. Me resulta incomprensible que no cuente con una sola obra traducida al español. La poeta Jana Bodnárová es otra figura que merecería una traducción. Y, por supuesto, también Ivan Štrpka, aunque su complejidad exigiría una dedicación considerable.

¿Trabajas en un nuevo libro?
Sí, pero prefiero no hablar de ello hasta que termine. Pero, al mismo tiempo, creo que es una mala costumbre la de encadenar el trabajo y los proyectos sin cesar. La vida puede pasar desapercibida entre un proyecto y el siguiente. Es un tema que me ha ocupado desde hace unos años.
Más allá del trabajo en sí, me interesa el lugar interior de donde surge. Creo que es importante no estar visualizándose a uno mismo siempre a través de un “proyecto” (como lo solemos llamar) y, abrirse a ese vacío que yace allá. Es ese espacio, ajeno al trabajo, el que muchas veces usamos para huir del enigma de la identidad que mencioné antes y de la vida misma, la cual se revela aterradora al quedar al descubierto, sin ninguna meta próxima.
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