
“El origen y la razón de mi vida es la poesía, todo lo he hecho por ella y a través de ella”, dijo en su momento el poeta Dionicio Morales, quien falleció ayer por la mañana. La noticia fue confirmada por su sobrino Carlos Morales.
“Pienso que él es uno de los últimos exponentes de la gran poesía mexicana del siglo XX”, afirma José Homero, editor y escritor.
“Dionicio Morales fue un poeta que celebraba la vida, celebraba el goce de los sentidos, la comunión con el mundo”, es como su colega poeta Armando González Torres describe al amigo con quien compartió conversaciones y tertulias en cantinas del Centro Histórico.
Morales nació en Tabasco, en 1943. Fue secretario de Carlos Pellicer, su mentor, que lo llevó por el camino de la poesía. Publicó sus primeros poemas a los 22 años en la revista Pájaro Cascabel. También trabajó en el campo de la crítica literaria y del periodismo cultural con Luis Spota (fue Efraín Huerta quien lo recomendó), labor de la que se enorgullecía, dice Homero.
“Fue un autor fecundo”, afirma González, pues escribió más de 20 libros, entre los que se encuentran El alba anticipada (1965), Variaciones (1983), Inscripciones y señales (1985), Romance a la vieja usanza antigua (1989), Retrato a lápiz (1990), Dádivas (1995) y Las estaciones rotas (2003) y tenía como referentes, además de Pellicer y Huerta, a José Gorostiza, Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel de Cervantes, William Shakespeare, Federico García Lorca y Pablo Neruda.
Para el editor José Homero, la poesía de Morales tenía una “temperatura lírica” que ya no es frecuente en la poesía mexicana:
“Escribía poemas amorosos, cotidianos, digamos lo que popularmente se llamaría poemas de sentimientos, los cuales no son muy frecuentes porque en la poesía mexicana ha abundado, a partir de la década de los 70, una actitud desacralizadora, irónica, escéptica y sarcástica”, detalla.
Para González Torres, el humor benigno, la ocurrencia y la gratitud eran características de Morales que “traslucían” en su poesía.
“Tenía un oído muy educado. Es un poeta muy interesante porque no era vanguardista, sino que dentro de la tradición sabía renovarse y encontrar una voz muy auténtica”, agrega el escritor.
Libros inconclusos
Armando González Torres lamenta que la obra de Morales se encuentra dispersa o está en ediciones “no muy asequibles”.
El poeta era consciente de ello y tenía como objetivo reunir su obra, pero no concluyó ese proyecto.
“Lo que a él más le importaba era su legado, particularmente poético. Por eso a partir de la pandemia él había estado revisando sus libros, reescribiendo sus poemas porque quería dejar su obra completa reunida, ese era su propósito. Lamentablemente ya no lo vio cumplido”, explica José Homero.
El editor señala que ese no fue el único proyecto inconcluso del también crítico, pues quería hacer una compilación sobre los textos críticos que escribió de la obra de Carlos Pellicer, pero tampoco la terminó.
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