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La piel es un órgano que a menudo pasamos por alto, pero que cumple funciones indispensables para mantenernos con vida. En un adulto promedio, mide cerca de 2 metros cuadrados y puede pesar alrededor de 5 kilogramos. Su grosor varía según la zona del cuerpo: en los párpados puede ser tan delgada como 0.5 milímetros, mientras que en la planta del pie alcanza hasta 4 milímetros.
Además, alberga más de 180 especies distintas de bacterias que forman parte de su ecosistema natural y contribuyen a mantenerla en equilibrio. Cada minuto perdemos miles de células muertas sin darnos cuenta, en un proceso constante de renovación.
Más allá de su apariencia, la piel es una barrera viva que nos protege del entorno, regula funciones esenciales del organismo y refleja, muchas veces, nuestro estado general de salud. Entre sus principales funciones se encuentran:
- Actúa como escudo frente a bacterias, virus, radiación solar, golpes y sustancias tóxicas.
- Regula la temperatura corporal mediante el sudor y la circulación.
- Inicia la producción de vitamina D al exponerse al sol, esencial para la salud ósea y metabólica.
- Percibe estímulos como dolor, placer, presión o temperatura gracias a millones de terminaciones nerviosas.
- Elimina desechos como urea y amoníaco a través del sudor.
- Detecta microorganismos dañinos y activa respuestas de defensa.
¿Cuáles son los cuidados esenciales para una piel sana?
Aunque la industria cosmética nos inunda con productos y rutinas complejas, cuidar la piel no tiene por qué ser complicado. Estos consejos, respaldados por dermatólogos, son simples y efectivos:
Protégete del sol
El sol es uno de los principales responsables del envejecimiento prematuro, las manchas y el cáncer de piel. Usa protector solar todos los días, incluso si está nublado. Asegúrate de que tenga un FPS de 30 o más, sea de amplio espectro y resistente al agua.
Reaplica cada cuatro horas, o con mayor frecuencia si estás en la playa, en la alberca o si sudas en exceso. Evita la exposición entre las 10:00 y las 16:00 horas, y complementa la protección con sombreros, ropa de manga larga y lentes con filtro UV.
Limpia tu piel con suavidad
La limpieza es fundamental, pero hacerlo de forma agresiva puede dañarla. Lava tu rostro por la mañana y antes de dormir con las manos limpias, utilizando agua tibia y un limpiador suave, sin alcohol ni fragancias intensas. Evita tallar o exfoliar con fuerza, incluso si tienes acné o piel grasa, ya que esto puede empeorar la irritación. Seca con una toalla limpia, dando suaves palmaditas sin frotar.
Hidrata todos los días
La hidratación ayuda a conservar la barrera natural de la piel. Aplica una crema humectante justo después del baño, cuando la piel aún está ligeramente húmeda, para aprovechar mejor su efecto. Elige productos adecuados para tu tipo de piel: seca, grasa o sensible. En climas secos o con calefacción, aumenta la frecuencia de aplicación para evitar resequedad y descamación.
Evita fumar
Fumar no solo perjudica los pulmones: también daña la piel. Disminuye la circulación, lo que reduce la llegada de oxígeno y nutrientes a las células cutáneas. Esto acelera la aparición de arrugas, favorece la flacidez y apaga el tono de la piel.
Aliméntate bien y mantente hidratado
Una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y grasas saludables contribuye a una piel más luminosa y resistente. Limita el consumo de azúcares y alimentos ultraprocesados, que pueden agravar el acné o acelerar el envejecimiento. Beber suficiente agua también es clave para mantener la piel hidratada desde adentro.
Maneja el estrés
El estrés afecta mucho más que el estado de ánimo. Puede empeorar o desencadenar afecciones cutáneas como acné, eczema, psoriasis o caída del cabello. Dormir bien, mantenerte activo, conectar con personas cercanas y dedicar tiempo a lo que disfrutas también es parte del cuidado de tu piel.
Haz autoexploración
Revisar tu piel con regularidad puede ayudarte a detectar a tiempo lesiones sospechosas. Si notas un lunar nuevo, uno que cambia de forma, color o tamaño, o presenta picazón o sangrado, consulta al dermatólogo. La regla del ABCDE es útil para recordar señales de alarma: Asimetría, Bordes irregulares, Color desigual, Diámetro mayor a 6 milímetros y Evolución.
Consulta al especialista
Si tienes molestias, dudas o simplemente algo que no te gusta de tu piel, acude con un dermatólogo certificado. No todos los problemas se resuelven con productos comerciales, y automedicarse puede empeorar la situación. Un especialista puede orientarte con seguridad y eficacia.
Más allá de lo estético
Más allá de buscar una apariencia perfecta, tu piel es un reflejo de tu salud, tus hábitos y tu bienestar. Cuidarla no es un lujo ni una vanidad, sino una forma de protegerte, escucharte y priorizarte. Porque una piel sana no solo se ve bien… también se siente bien.
Este es un artículo escrito por la Doctora María José Pardinas Llergo, Académica y Coordinadora de Asuntos Clínicos de la Escuela de Medicina. Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Panamericana.