Ciudad de México, 2 de julio de 2025
DAVID APONTE DIRECTOR GENERAL DE EL UNIVERSAL PRESENTE:
En un afán de evadir la contundente realidad de su derrumbe profesional y ético, el académico Sergio Aguayo intenta convertirme en responsable de actos gubernamentales que no están en mi esfera de influencia, ni son mi responsabilidad.
Me acusa de haber “emprendido un ataque personal sostenido” en su contra, por haber denunciado públicamente en mi canal de Youtube y en mis cuentas de X y Facebook:
1. Que su nombramiento como Consejero del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) era totalmente anómalo, porque contravenía los estatutos y leyes que rigen a la institución.
2. Que su nombramiento, además constituía un suceso inadmisible para la vida del CIDE, toda vez que Aguayo se sumó activamente a una feroz campaña interna, que una facción minúscula de profesores y estudiantes de esa institución impulsó el sexenio pasado, para impedir que se concretaran las profundas tareas de renovación, reestructuración y modernización del CIDE, que impulsó entonces y continúa hoy el Doctor José Antonio Romero Tellaeche, director de la institución. Su nombramiento constituía una traición a los ánimos transformadores que hoy vive el CIDE.
Desde aquel entonces mi postura es y ha sido la misma, siempre fundada por la misma idea: durante el periodo Neoliberal, el CIDE fue transfigurado en una auténtica cueva de neoliberales, un espacio en el que se proscribió toda forma de pensamiento ajena a la teoría neoliberal y donde un puñado de académicos, constituidos en una élite parásita y decadente, convirtió a la institución pública en su negocio particular privado.
Aguayo, lo dije el sexenio pasado y lo sostengo hoy, defiende ese CIDE que, en un extremo absolutamente inadmisible, incluso llegó a crear toda una Maestría en Periodismo que se puso al servicio de los intereses de un empresario, Claudio X González, para el adoctrinamiento de estudiantes y profesionales del Periodismo, con cargo al Pueblo de México. Una aberración.
Aguayo se excede en sus señalamientos y me responsabiliza de ser un Periodista “motivado por intereses que nada tienen que ver con la defensa de la pluralidad y mucho menos con la vida académica”.
Lamento que su visión y experiencia personales le impidan entender que, en el mundo de la comunicación de hoy, existimos Periodistas total y absolutamente independientes de los corporativos mediáticos, los gobiernos y los núcleos de poder, económico, político o de cualquiera otra índole, que respondemos a una nueva lógica profesional, en la que somos nuestros propios dueños. Libertad plena se le denomina, por si no la conoce.
Si para él eso significa que “no es periodismo ni crítica, es linchamiento”, lo lamento. Quizá le convenga recordar aquella cita del gran Carlos Monsiváis: “O ya no entiendo lo que está pasando… o ya pasó lo que estaba entendiendo”.
Como Periodista, he señalado abierta y explícitamente lo que es público y notorio: que, con el advenimiento de la Cuarta Transformación, Sergio Aguayo extravió la brújula de la honestidad intelectual y la ética profesional, como tantos otros académicos e intelectuales desplazados por una sociedad a la que ya no interpelan, conmueven ni entienden.
En todo caso, lo emplazo para que haga públicas las pruebas que pueda tener respecto de esas supuestas motivaciones: soy un Periodista, Académico, Tuitero y Youtubero completamente independiente y libre, cuyos actos y dichos se sustentan exclusivamente en mis puntos de vista, mis coincidencias ideológicas y la postura pública, que jamás oculto, disimulo o camuflo de falsa e inexistente neutralidad.
Con la atinada decisión de la Doctora Rosaura Ruiz de anular el nombramiento de Aguayo, resolución por demás sensible al descontento de mucha gente, entre quienes sólo fui una voz más, se cierra un capítulo que, contrario a lo que afirma el académico, permitirá al CIDE, una institución del Pueblo y para el Pueblo, continuar con un gran derrotero de cambios y transformación, útiles, pertinentes, necesarios.
¡Que viva el CIDE!
ATENTAMENTE
Doctor Luis Guillermo Hernández
